viernes, septiembre 01, 2006

A quién le importa

Cinco de la tarde. Hora de toros y misas. Domingo. Muelle de Tabarca. Pese al enorme toldo que nos cobija y al ligero levante que nos refresca, el calor es insoportable. La desproporcionada cola de pasajeros (qué no es desmesurado en verano) aguarda pacientemente el barco que les lleve a su destino: Benidorm y Santa Pola, en este caso.
Mi amigo Ignacio y yo, cargados de mochilas con aletas, gafas de buceo y con el molesto salitre que pica en las piernas, brazos y cuencas de los ojos, observamos la multitud. "La playa nos hace iguales a todos", suelta Ignacio. Por un momento pienso que no, yo no voy sin camiseta a la vista de todos en esos momentos, como muchos de los que esperan (entre otras cosas porque parezco un tigretón debido a mi paseos ciclistas: rosa en algunas zonas del cuerpo, blanco en otras y gordito).
Pero más allá de pudores estéticos, lo cierto es que en esta época del año es cuando más nos socializamos, algo así como que nos da por relacionarnos, las costumbres se relajan, enseñamos las lorzas sin recato, aguantamos mejor las dichosas fiestas de las urbanizaciones (barbacoas, niños que no saben quién era Herodes, padres émulos de OT...). Y así, todos. Ya lleven Rolex de la calle Serrano o de Taiwan, se peinen en Llongueras o se pongan los rulos en el cuarto de baño, vayan a campamentos en Irlanda o jueguen al fútbol en las calles.
Sin embargo, es absurdo reducirlo a una simple cuestión temporal, más de bien temporada. El amor, la depresión, la soledad, las borracheras, la pasión, el odio, la risa, la emoción, la exaltación ante unas piernas de mujer que se alejan de tu cama, el despertador... Estas son otras cosas o situaciones que también nos igualan. "A caso no nos tiramos todos pedos", zanja Ignacio una relación que ya se estaba volviendo cursi.
Como casi siempre, ocurre que mi pensamiento previo a la escritura tiene unas pautas determinadas, pero al final encuentra otro asunto más cercano. No lo puedo evitar. En cuanto que me lo proponga escribiré sobre lo que realmente quería compartir, la dejadez del Ayuntamiento de Alicante con la Isla, con Tabarca, con sus habitantes y también con sus visitantes. En realidad, creo que le es indiferente, pero se acercan elecciones. ¡Uggggg!

2 Comments:

At 3:55 p. m., Blogger Maldita_Rebeca said...

Ya lo contaba Quino en una de sus tiras, aunque también recordaba que el que es gilipollas y altivo no se arranca las cualidades cuando se quita la ropa...
Ah, me gustan tus enlaces... qué pasa con Ángel González

 
At 6:00 p. m., Blogger folabe said...

Ojalá también se pudieran poner en una pila, de esas que hemos sustituido por bidés (nada, que lo español desaparece, ¡viva la globalización!) y con un poco de jabón de lagarto y un guante de esparto darles un repaso. Sería cojonudo. Pongamos unos cuantos por las calles, a la salida de los bares del puerto, en la puerta de las notarías, junto a los cajeros automáticos...
Gracias por lo de los enlaces, y haré una revisitación de Angel González. Lo tengo tan olvidado como Francisco Nieva y a Jaime Gil de Biedma. Un "stonislaya con minute maid" y unos versos, y lo arreglamos. Seguro

 

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