Una de soledad
Rask se gira cuando le llamo a punto de entrar en una herboristería. No sonríe. Eso me preocupa, pero al acercarse comprendo porqué. Su cara le delata. Ha debido de ser una noche dura."Nos quedamos hasta que se acabó", susurra mientras se rasca la barriga y resopla. "Uff". Vuelve a resoplar. "Tienes mala cara, Rask". "Anda que tú, enano, con esas pintas", me espeta al tiempo que me mira de arriba a abajo. "Podrías afeitarte", me recrimina. "Pero si voy en bici y estoy de puente", le digo mientras trato de mantener el equilibrio sobre el pedal automático al que estoy enganchado. Hacía más de tres semanas que no andaba en bici y había decidido probar mi organismo después del susto de hace quince días.
"Últimamente no me gusta Torremanzanas. Parece que escribas porque hay que escribir". Su ojo clínico, su intuición se reafirma aun resacoso.
"Lo cierto es que estoy poco inspirado", respondo consciente de la certeza de mis palabras. No se lo digo, pero también me encuentro en una época extraña. Me escondo, me refugio en rutinas, acechado por la singular, de a ratos axfisiante, sensación de la soledad.
Mientras escribo estas inquietudes, confidencias, retazos del alma, retales de vida, Van Morrison y Tom Jones cantan a duo "Sometimes we cry". Han pasado ya dos días de ese encuentro con mi amigo y las cosas no han cambiado.
Frente a un mar azul intenso, en esta tarde que se va encontrando con la noche, pienso en esas palabras de Rask y en las emociones que me acompañan durante estas últimas semanas. Miro por la ventana y me saluda una luna grande y blanca que se está acicalando para salir de marcha. Sonrío. Sigo escribiendo. Venga, otro párrafo.
En esto que algunos encontrarían un ejercicio de narcisismo, protagonismo, vanidad, quizá egolatría, en relatar sentimientos exponiéndote, se halla la única manera de poder expresarme estos días.
Y es que transito por una amplia variedad de descubrimentos, invenciones, negativas y excusas para casi todo.
Corrijo trabajos de alumnos, leo artículos académicos, preparo clases, juego al solitario, intento comer sano, fruta y verdura todos los días, cojo la bici, no coloco el orinal bajo la cama pero me pongo el pijama para la siesta, trasnocho entre programas absurdos y denigrantes y revistas de cine, me tomo el complejo vitamínico que me recetó el doctor, fumo un paquete y medio, se me acaban las cervezas, escucho música, charlo por el messenger con Slide, debato con Amelia sobre el futuro del Periodismo, quiero ir al cine y no me atrevo, pirateo la última de Win Wenders y veo "El rey pescador", sonrío cuando una imagen hace click en el obturador de mis recuerdos...
Y no se me quita esta soledad. Si me sumerjo en mí, no encuentro tristeza, ni agobio, ni angustia, ni pena, ni nostalgia, ni vacío. Unicamente soledad. Y creo que la he elegido así en estos días.
Si no, habría aceptado la invitación de Malati a Girona, el caldero en Tabarca con mis tíos, el arroz con costra de mi madre, el viaje a Suiza con Amayuca y Pabloski, la visita a Dudi en Palencia o al Alvaricoque en Valencia. Habría intentado saber si el correo electrónico de la bailarina es una broma o una declaración. No me habría enconado con mi amatxo. Habría ayudado a Belinda, que se enfrenta a sus demonios.
Aunque tengo lo que merezco, supongo que estos días echaba de menos la mano que toma la tuya al acurrucarte sobre su espalda mientras duermes, un desayuno compartido, un cine de madrugada, escuchar el sonido de la ducha y una invitación desde el baño, un beso antes de dormirte, a los amigos lejanos, las ocurrencias de mis hermanos, la improvisación en la siesta, cocinar para alguien, reirme en compañía, las charlas.
Afortunadamente, para un cangrejo, lo mejor es que la luna se está haciendo gorda. Y las vitaminas empiezan a dar resultado.
13 Comments:
umm..la tristeza envejece..dale la espalda:)
A la tristeza, María Magdalena, la metí hace bastante tiempo en un bidón de residuos tóxicos.
No, lo de estos días ha sido ausencia, carencia, falta de presencia, de muchos y de algunos.
Pero la luna sigue creciendo y no se me ha ido la risa fácil y la sonrisa imbécil.
Ayer oí en Documentos TV (feliz vida loca) a una profesora de derecho civil citando a Albert Camus, quien, al parecer, dijo que ‘el hombre no puede ser feliz solo’.
También aparecía J.A. Marina hablando, entre otras cosas, de alexitimia (ya sabes que él me encanta y, como soy fácilmente impresionable, voy a adoptar esta palabra que suena muy fashion y de lo más snob).
…Seguro que nada de esto se puede aplicar a esa soledad tuya ‘elegida’ pero… creo que en Girona te habrías reído más, aunque solo hubiera sido viendo como destrozaba ‘tu creación’.
Lo que te faltaba, otro término más en tu lista de esnobismos. Seguro que sustituye durante un tiempo (en cuanto se acabe esta época) a la astenia primaveral.
No sé... No son excluyentes...
Habría que inventar una palabra que caminase entre la soledad escogida, a angustía vital sin motivo, la duda la incertidumbre... la noches que digo hoy no salgo y estra onmigo misma me hace resucitar el fantasma que la compañía y las risas esconden aquel que un día huyo de Maestro Albeniz pero que se quedó escondido tras mi sombra y que a veces sale como el mostruo del armario... esa palabra al fin y al cabo no será más que una esquina de nuestro necesario egocentrismo...
¿y es este finde te animas a tomarte unas cervezas conmigo en la playa? ¿emborrachamos al licenciado?¿convencerás a Audry para que se apunte?
Esas cervezas sabrán a gloria más a que lúpulo, a risas más que a alcohol, a complicidades más que a eruptos, a guiños más que dedos mojados.
Llama cuando llegues. Haré lo propio con la patas cortas
hola colega, aquí está la que le gustaban los cullons ( que ni me acuerdo si se escribe así)Imagino que sabes quién soy
¡La editora de Aqualia! La amiga, pese a mis desplantes; mi conciencia en tantas ocasiones; la que escucha confidencias; la que regaña con un "asento" dulce y una firmeza atlántica; la pinche de cocina para un arroz con costra.
Vidal Sasson, ¡qué alegría!
No caeré en la tentación de prometer, pero tengo ganas de veros, especialmente a ti, pero también al Bambino y a los picccolos.
sólo quería decir que sigo aquí, en tu vida, y yo que voy de cráneo, eso lo da la maternidad y el trabajo y hasta el marido (ahora que no me oye) no te he llamado pero olvidarme, olvidarnos de ti, ...nunca
Si lo pienso, yo también me siento sola aunque tenga a alguien durmiendo al lado. Unos nacen rubios, otros listos, todos nacemos solos. Se puede compartir mucho, pero nunca todo.
Lo bueno es que la felicidad nos sale de dentro, del mismo lugar donde reside el sentimiento de soledad. A lo mejor es que no son incompatibles.
Marta, después de tus odiseas en "Guntherlandia", es una gozada saber de ti, por aquí y por donde nadie es perfecto.
Y una vez más me apunto a tu reflexión: no son incompatibles. De hecho esos días era una cuestión física, no un estado emocional. Aunque también he de confesar que he sido afortunado: nunca me he sentido sólo en una cama en la que la respiración de ella acompasaba mi sueño.
No sé si ella, la que respira en tu cama, con la que compartes esa luna... existeo es parte de tu poesía, pero saber que estás siempre para ayudarme a combatir mis demonios me lo compensa todo. Belinda said
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