lunes, febrero 05, 2007

Mediterráneo, siempre

Marta, sorteando cocodrilos y torpes piratas con garfio, me envía la excusa para escribir (también lo hace Malati desde unas semanas atrás, con su propuesta sobre las pelis tontas, románticas, que no podemos dejar de ver aun sabiendo que no son obras maestras, y que uno de estos días pondré en este caleidoscopio compartido).

Dice, Marta:

Es cierto que necesitamos referentes, que todo lo que pensamos, escribimos e inventamos está marcado por lo que otros ya hicieron... pero ¿habrá un momento en que ya esté todo inventado, todo pensado? ¿tendrá un fin la concatenación de referencias inspiradas por otras referencias?
A veces creo que de verdad ya está todo pensado, y sólo cambia la forma en que manipulamos las palabras para expresarlo...


Este fin de semana, ajeno a noticiarios, periódicos, cervezas en bares de madrugada, dominicales y cualquier otra fuente de información y de contacto con la realidad mediada (aquí, seguro que el Jordi podría meter baza y nos dejaría estupefactos a los chicos CEU), he puesto en práctica las habilidades de limpieza y orden que necesitaba para la mudanza a una casa revisitada.

Entre barrida y fregada, y mientras me debatía si limpiar los cristales, pese al riesgo de lluvia (¡joder, parezco mi madre!), he salido varias veces a fumarme un pitillo frente al mar (en eso, el banco que me hipoteca y vigila con atención mi cuenta corriente no puede entrometerse, jejejeje). En cada salida, los colores del Mediterráneo eran diferentes. Ora verde azulado, ora gris amenazante. Un espectáculo, como siempre.

Y eso, no los colores, ni los sonidos que emitía (rugiente en ocasiones, revoltoso las más, sereno de a ratos), sino las emociones que yo experimentaba, seguramente serán distintas a las que pueda vivir otra persona a las mismas horas, frente al mismo mar, con la misma marca de cigarrillos y que también estuviera afanándose en limpiar y pelearse con enormes y amenazadoras pelotas de polvo.

Hoy escribo yo; mañana, quién sabe.

Y si además está de fondo Van Morrison, con la Turka y el Doctor Boggie en el recuerdo, mejor.

8 Comments:

At 3:50 p. m., Blogger Raquel said...

Recuerdo ('muy nítidamente') cuando, hace ya algunos años, pasando un invierno largo, frío y gris en Londres hablaba por teléfono con una amiga, que el año anterior había pasado por lo que yo estaba pasando, y me dijo: 'Esta experiencia es única por muchas cosas pero a mí, sobre todo, me ha servido para decidir que quiero vivir toda mi vida en Alicante, junto al Mediterráneo'.

Me apropié de esa idea, y, desde entonces, cada viaje, cada escapada tiene su meta en Alicante ¡algo tendrá que ver El Mediterráneo!

(Imagino que no limpiarías los cristales: va a seguir lloviendo)

 
At 3:51 p. m., Blogger folabe said...

Querida Malati, al final he limpiado los cristales hoy, cuando el día rivalizaba con el mediterráneo.

 
At 6:52 p. m., Blogger Tere Agulló said...

A eixe conjunt de pesades tasques és al que jo anomene "la trista vida corporal". Però també és cert que una dosi de tant en tant oxigena l'esperit, ens deixa pensar de forma relaxada i proporciona una certa confiança que el demà anirà millor, encara que ploga.
És tan extrany que ploga ací que sembla que està mal enfadar-se.

 
At 6:54 p. m., Blogger parres said...

Yo he descubierto que los cristales limpios son importantes es la vida de uno/una, pero aún influye más pasar tres, cuatro o los meses que sean sin ver un horizonte limpio frente a tí. Da igual si es el Mediterráneo, el domingo vi el Cantábrico y me sirvió más que la vista de todos los domingos que hacía a Santa Pola. ¿Los cristales? bastante turbias ves las cosas con tus ojos sin desearlo como para ver también la calle que da a tu ventana estando en tu mano una limpiadita de soslayo. BUEN DÍA OLABE!!

 
At 7:33 p. m., Blogger folabe said...

Tere, además de oxígeno espiritual, no me hubiera venido unos masajes. ¡Qué duro es ser amo de casa, siempre encuentras cosas limpiar que no imaginabas que existieran!
¡Araceli, qué bueno saber de ti! Observo que los zuritos y las chistorricas no te han restado profundidad vital. Espero verte pronto y que me cuentes tus experiencias navarrensis frente a una cervezita y unos berberechos.

 
At 9:38 p. m., Anonymous Anónimo said...

En ese momento, en ese lugar, desde luego que tu situación era única... Pero la esencia de la situación, el sentimiento de fondo, ¿cómo puedes tener la certeza de que es tan único? A lo mejor alguien más lo tuvo en otro lugar, en otro momento, sin cigarros... Con otro decorado, pero con la misma idea de base.
Cuando escuchamos una poesía o una canción y pensamos "Qué cabrón, cómo entiendo de qué habla, me siento igual pero no hubiera podido expresarlo mejor..." En estas situaciones, creo, reconocemos la universalidad de nuestros sentimientos, el patrón con que todos estamos cortados, lo poco únicos que somos. Poco únicos, pero aún especiales.

 
At 11:16 p. m., Blogger folabe said...

Marta, lo que hace que esos momentos sean únicos, más allá de un egoismo placentero por ser nosotros los que los disfrutamos y no otros (aunque, también es verdad, que hay instantes de esos en los que saborearlos en compañía es más placentero), es que sabes que (y en el fondo quieres que sea así) no se van a volver a producir.
Vendrán otros momentos, más o menos intensos, más o menos extraordinarios, pero no serán ese.
Y, además, se quedan en tu retina y en ese almacen de los gozos, al que sueles acudir en alguna ocasión para visitarlos y sabes que sólo tú puedes entrar, porque sólo tú lo puedes disfrutar.
Estoy convencido de que el día en que las pequeñas historias de la vida ya no me conmuevan y me conmocionen, me aburriré.
Espero que vayas mejor con tus mocos.

 
At 4:06 p. m., Anonymous Anónimo said...

gracias por abrirme los ojos :-)

 

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