domingo, diciembre 24, 2006

Luz y color

Los versos de Luis García Montero es lo primero que he encontrado. Quería hablar, expresarme, pero no hallaba mis palabras, mi voz para ponérsela a Juan. Algo tan peregrino e intrascendente como planchar me la ha descubierto.

Buscaba en el armario qué ponerme para su funeral. La reacción más inmediata, más lógica, más cercana a este momento ha sido la de buscar ropa que acompañara este duelo.

Sin previo aviso, con la naturalidad de los sentimientos, me ha venido. Me rebelo. Me rebelo contra la muerte. Iré con otro color que no sea el negro. Ella no me va a vencer.

Pero el sosiego de mi vida interior actual me ha cogido de la mano. No, tú no estás enfrentándote a la parca. El dolor ya lo tiene Ana y tu tío Joaquín, su madre, sus hermanos, sus hijos. La muerte es algo natural, como la vida. Si te quieres rebelar, hazlo contra las costumbres. Pero, tampoco.

Así que he buscado en Juan. Y su sonrisa se me ha aparecido. Esa que siempre me recibe aunque no nos veamos en años; esa que ahuyenta el dolor de su cáncer; esa que le hace vibrar a Ana y a Joaquín, y a todo el que le rodea.

Juan es luz, su sonrisa es blanca, su vida es de color. Lo negro le acompaña, como a todos. Pero hoy no. Y aquí está, aunque se haya ido.