Y cuando me convoquen a declarar mis actos, aunque sólo me escuche una silla vacía, será firme mi voz. No por lo que la muerte me prometa, sino por todo aquello que no podrá quitarme.
Con la mirada puesta en aquello que está por llegar seguramente me he estado perdiendo lo que ya ha venido. Así que he dejado de proyectarme y me recreo en los momentos presentes; a modo de los clásicos empiezo a abusar del carpe diem, mientras preparo un doctorado y me cuestiono si las clases de Periodismo que imparto son realmente útiles o forman parte de los peajes que los alumnos han de abonar para conseguir sus objetivos.
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