domingo, diciembre 10, 2006

Saludos, ¿saludos?

10 de la mañana. Saco un pie del edredón. Es la forma más científica para comprobar la temperatura de la casa. Bueno, no hace tanto frío. Me desperezo con fruición y repetidas veces. En una cama de 1.35 es un placer.

¿Seguirá todavía el ventarrón de estos días? No, fantástico. Día de bicicleta. Guapamente, me digo para animarme, sobre todo cuando miro el desastre de la cena de ayer en la cocina. ¿Lo limpio ahora o lo dejo para cuando vuelva? Agua caliente, Mistol y dale que te pego. Mientras, se calienta el té.

10.45 horas. Me peleo con el culote. Claro, como ya no me depilo cuesta más meterlo (¡Ja, qué te crees tú eso! ¿Porqué no cuentas la verdad?, ¿porqué no dices que las chistorras y el idiazábal de estas semanas te están dejando un buen par de jamones?).

Una morcillita empieza a dar las primeras pedaladas. No hace frío y tampoco hay excesivo tráfico. El ritmo es bueno para haber estado dos semanas sin subirse a la "cabra". La mañana está límpida y los pulmones no se alteran demasiado. ¡Maldito Camel Light!

Este tiempo sin salir a la carretera me devuelve una serie de costumbres, aunque no haré referencia a las expulsiones físicas que practicamos los ciclistas. Más bien me centro en los hábitos, en las normas no escritas, en los códigos que compartimos los que jugamos a Indurain. Hoy, el saludo.

Por deformación norteña soy de los que cuando se cruza con otro compañero de fatigas emite el clásico "aupa", siempre que el perfil del recorrido sea plano, porque cuando se empina apenas puedo soltar un "epaa", más propio de un pastor de Cáceres.

Sin embargo, los hay que me superan. Están los típicos que al pasar junto a ti o cuando te ven desde el otro lado del asfalto sueltan un sonoro "yeeiiii", tan agudo e intenso que crees haberte convertido en oveja a la espera de que además te tire una piedra.

En esos momentos no puedo más que sonreirme. Me joroban más los que, de vuelta de su ruta, te pasan con aire de suficiencia y ni te saludan, como pensando "dónde irá este Tigretrón con ruedas"; o los que, en esa misma situación, te dicen jocosos: "Animo, chaval, que ya queda menos". ¿"Chaval"? ¿Irá con segundas? ¿"Ya queda menos"? Me gustaría verte a ti hace unas horas subiendo este puerto, cabr.....

Aunque ya sé que no hay cachondeo y que lo que pretenden es ayudarte, me tocan la moral y el orgullo aquellos que, viniendo desde atrás, y con unos años más que tú, te pasan y sueltan: "Venga, súbete que te llevamos". Y allá que vas, detrás de unos abuelos, con la lengua fuera, los pulmones ardiendo, el ácido láctico desbocado, mirando el cuentakilómetros (¡joder, van a cuarenta!), maldiciendo por la chistorra y los pitillos y mirándoles el trasero.

Lo más normal, sin embargo, es el socorrido movimiento de cabeza cuando te topas con otro como tú. Generalmente esto suele ocurrir al final de tu trayecto, cuando ya no puedes ni escupir. Los hay que ladean la cabeza de tal manera que parece que se van a desnucar.

Al final, llegas a casa. Salida cortita, de 60 kilometrejos, con los cuadriceps, los gemelos y el culo duros como piedras, aunque con cara de satisfacción. No he podido pensar en la clase de mañana, ¿acciones comunicativas below the line?, pero he disfrutado. Ahora unos estiramientos.

Me daría un masaje o un baño, pero no sé qué es más aburrido y triste, darte tú mismo friegas o bañarte solo. Nada, una ducha y unos huevos con chistorra.

2 Comments:

At 11:54 a. m., Blogger emilio_F_H said...

60 kilómetros, yo ya los firmaba (que con 23 años si hago 10 me dan rampas y seguido a eso viene el infarto). Un día teneos que quedar para darnos unas vueltecitas por la sierra pero en plan turista que yo estoy fondón. Recuerdo esos tiempos en los que me metía 80 kilómetros entre pecho y espalda como si nada pero ya estoy viejo, que pena. El mundo de la bicicleta es muy bonito, si realmente te gusta (apretar los dientes, levantar tu culo del sillín para poder seguir, en definitiva: SUFRIR) que melancolía.

 
At 12:00 p. m., Blogger folabe said...

Para que no te sea muy duro, nos convertimos en verdaderos cicloturistas y hacemos la paraeta para almorzar.

 

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