jueves, enero 10, 2008

¡Qué siga!

Se agotaron las páginas de mi almanaque la primera mañana de enero y tiré el envoltorio de cartón a la papelera. En cierto modo daba igual, porque las sorpresas en el calendario no llegan institucionalizadas, pese a que mi hermana hiciera un cronograma para estas fechas de excesos y defectos que, por fin, ya han caducado.

Y es que esa vida que me alcanzaba hace unos meses ha repartido en esos veinte días, a partes iguales, bofetadas y caricias. Y sigue persiguiéndome. La vida, aclaro. En forma de personajes y personas, de cuerpos y ausencias, de risas y tristezas, de turrones y hervidos de verdura. ¡Qué maja, la vida!

Y es que siento su latido. En la presencia de amigos que antes fueron alumnos y que me rejuvenecen en cada encuentro, en la complicidad con hermanos que parecen amigos, en las risas con Malati que nunca se marchitan, en los lugares comunes y hasta en las rutinas que poseemos la pandilla de siempre pese a vernos tan poco, en el perenne y leal abrazo de Rask, en la lejana cercanía de un ilicitano en Madrid que envía vino y amor, el primero envasado, el segundo a flor de piel, en la montaña rusa de la bailarina.

Y hasta en la bici, que sigue descojonándose al verme embutido en el culotte.

2 Comments:

At 6:51 p. m., Anonymous Anónimo said...

¡Vaya! ¡Por fin el último y el primero del año!
¡Me alegro! (y me gusta)

:-)))

B7s

 
At 12:33 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me gustan las palabras dedicadass al ilicitano en Madrid. Te aprecia,te lo aseguro y a disfrutar del vinito.

 

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