martes, mayo 13, 2008

Descubrimientos

Lo bueno de no tener carné de conducir es que viajas; en coche, la mayoría del tiempo, sólo te desplazas. Bien es cierto que un automóvil tiene sus ventajas, pero tantos años frente a taquilleros de Renfe o enganchado como un mandril en las barras de los autobuses urbanos, te ofrece otros atractivos que el mullido y confortable asiento del piloto (lo he probado en más de una ocasión, atento a Guardias Civiles y posibles controles policiales) o del copiloto (mi sitio natural) son incapaces de recompensarte.

Este arranque enigmático y revelador a partes iguales, viene inspirado, sin duda alguna, por las páginas de Vikram Seth, que en su "Desde el lago del cielo", transita en un desafiante viaje desde la China profunda hasta el Nepal, deteniéndose en el Tibet.

Y precisamente este lujo, musa de estas líneas desde que he me apeado del tren que me lleva y me trae unos cuantos días a la semana a Elche, frases tardías por el ajetreo y la astenia de las últimas jornadas, es uno de los motivos de mi recurrente negativa a enfrentarme a los test del permiso de conducir. ¡En qué momento podría disfrutar del placer de sumergirme en otros mundos, otras miradas, otras emociones, otras vidas, que tantas veces se confunden con la mía!

Pero no es el único hallazgo de esta manera de moverse por el mundo, aunque éste se reduzca a un trayecto de 30 kilómetros. En esa distancia, en ese tiempo ganado a tesis doctorales, lecturas académicas, apuntes de clases y pensamientos engendrados por el orden y la lógica, también se descubren otras cosas.

Así, uno se detiene en contemplar rostros ajenos, paisajes conocidos que se redescubren, comportamientos humanos, escotes, faldas, tacones, manos, dedos, labios, cabellos, risas, tristezas, mujeres, hombres, taxistas, peatones. Otros.

Debido a estas percepciones, a esas miradas que no son vistas, llego a la conclusión de que las personas también somos monumentos que admirar, paisajes en los que deleitarse, calles que recorrer, bancos en el parque, abuelos en las plazas, arte sin libros ni manuales, que merece la pena observar.

Ahora sé que mi memoria es espacial. A mí no se me quedan frases solemnes, citas inevitables, reflexiones emotivas. No, se resguardan en mi memoria luces, colores, sensaciones.

Este es mi descubrimiento de hoy. Seguro que mañana amanecerá otro diferente.

¡Al diablo con la astenia!

7 Comments:

At 8:31 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pregunta en Auto Escuela Sanchez, acabaran con tus teorias.

 
At 11:46 p. m., Blogger folabe said...

Rask, decididamente los médicos han errado el diagnóstico contigo.

 
At 3:13 p. m., Blogger P. Torregrosa said...

Ni se te ocurra dejar de viajar en tren. Y larga vida a tu memoria espacial. No olvido la paella, la mariscada, las cervezas o lo que carajos se nos antoje cuando vuelva.
Un abrazo.

 
At 6:05 a. m., Blogger Juan Máiquez said...

Estuve los dos años de carrera viajando todos los días en tren y guardo muy buen recuerdo. Aprovechaba para escribir pequeñas reflexiones, conatos de canciones o simplemente mis pensamientos. Todavía guardo esas libretas. La estación, el paisaje, las vías, el ir y venir de gente... Tiene cierta poética. Coincido contigo.
Un abrazo, amigo

 
At 5:02 p. m., Blogger Laura Pablo said...

Pues a mí me resulta odioso tanto ajetreo, que si bus, que si tren, lluvia, pisotones, calambres en las piernas, viejecillos que se pillan la mano con la puerta, señras empujando carritos, erasmus que berrean...

Pero en una cosa sí coincido contigo (a pesar de todo lo dicho en el párrafo anterior)... las personas son monumentos a los que admirar y es maravilloso ver y conocer a algunas personas en esos ratillos en los que te desplazas en transporte público.

Un saludo!

por cierto este hombre debe ser amigo de la misma asociación que tú... http://pliegueespaciotemporal.blogspot.com/2008/03/cazando-gamusinos.html

 
At 12:30 a. m., Blogger Cristina Vílchez said...

¿Un consejo? Sácate el carné. Pero sssshhhh!!!! No se lo digas a nadie, si nadie lo sabe tú podrás seguir disfrutando de algo que poca gente sabe apreciar. ¿No te preguntas qué pasará por la mente de todas esas personas calladas que viajan en los transportes públicos? Yo siempre.
No llevo una copa en la mano, no estoy de fiesta (ni aspiro a estarlo en un buen tiempo), ni estoy rodeada de mis amigas... pero lo "prometido" es deuda.
Por cierto, me ha encantado el post.

 
At 1:42 a. m., Blogger Fátima said...

tengo una pregunta: ¿no te ha influido la primavera para escribir este post? no sé si por una reacción al polen o a los cortos atuendos femeninos que se dejan ver (pero no tocar) con el calor de mayo ... yo de ti me lo hacía mirar...
grande, que eres grande...!

 

Publicar un comentario

<< Home