Muerte y vida
¿Y si un trozo de satélite cae del espacio y me aplasta cuando sufro por las cuestas de la carretera que sube de Agost a Castalla? ¿Me quedaría integrado, asimilado, siendo ese trozo de residuo espacial y yo una sola cosa, mitad ente inerte, mitad amasijo de metal? Seguramente habría el mismo despelote que en el funeral del novio de Maggie O´Conell."Los funerales son para los vivos", asevera Chris Stevens. ¡Qué fastidio perderme mis exequias! Aunque pensándolo bien, si al menos fuera una fiesta. ¡Tendría que ser una celebración! Y poder asistir, despedirme de la gente que quiero, que el paso a lo desconocido sea en compañía, con aquellos que son parte de mi vida, en un encuentro que simbolice todo lo que da sentido a la existencia, al menos para mí. El amor, la amistad, la música, la poesía, las emociones, el sentimiento, la camaradería, el sexo, la soledad, el encuentro, el reencuentro, las risas.
Dicen que en los funerales irlandeses, los asistentes, familiares y amigos, beben y comen para recordar la memoria del que ya no está. Lo acompañan durante un tiempo para que en caso de que el muerto se despierte, no se sienta solo.
Llevo unas semanas pensando en este tema y me invade una sensación extraña. No siento que esté cercano el día en que alguien escriba mi obituario, pero desde hace años me fascina la posibilidad de comprobar las reacciones ante mi fallecimiento. Con el paso del tiempo he abandonado esa actitud vanidosa y ahora sólo me interesa poder decir "hasta luego" en persona de forma consciente y sincera.
Viendo a un desvalido Nicolas Cage intentando hablar en el funeral en vida de su omnisciente padre (Michael Caine), pensé en cómo me gustaría despedirme de los que me han acompañado.
Y esas elucubraciones me van llenado momentos del día, me acompañan en los kilómetros eternos en la bici (sí, andando en bici, Wigmaru), en los instantes previos a la vigilia.
Por ahora sólo he concebido un escenario con amigos músicos y la posibilidad de cantar una canción (ya que no me van a escuchar nunca más y que la fiesta es mía, qué carajo, que sufran los asistentes), y un saludo personal a cada uno de los allí presentes, unas palabras que intenten decir lo que durante años no he dicho a cada uno de ellos.
Ahora que todavía hace buen tiempo, y que la lluvia y el viento no me dejan fumando en casa, seguiré saliendo en "la burra". Algo más se me ocurrirá. Quizá el menú. Se admiten peticiones.
6 Comments:
Decía Jung que el que no piense en la muerte necesita ser tratado de urgencia. Lo cierto es que a mí ni escenarios, ni menús, ni elegías...y no m elo voy a hacer mirar.
Me quedo, eso sí, con Por amor a Rosana, de Jean Reno. Unica, su propcupación porque nadie muriera en el pueblo para...no sigo, por si álguien que lea esto, quiere disfrutarla.
Eso es generosidad, ¡qué bueno! La cogeré para disfrutarla.
Como sigas fumando en casa y dándole asín a la burra (de agost a castalla!) sí que va a haber pronto un entierro. Un descobriment el teu blog. Salud!
Siempre puedes unir destino y deseo muriendo por empacho de mazapanes y Rioja, rodeado por aquellos a los que más quieres. Prometo que, llegado el momento, corregiré las faltas de ortografía de tu lápida.
Fátima N.M.
O harás un blog, usuario anónimo. Seguro que no te perderás ese espectáculo, de mazapanes y Rioja, sólo por seguir riéndote conmigo.
No sé cómo imaginó Hilario Camacho su funeral pero seguro que anoche hubiera disfrutado “volviendo la vista atrás y al final de su viaje” ver a Aute cantando a “la belleza” de su persona, a Javier Álvarez diciéndole de una forma muy especial “You’ve got a friend” y a unos soberbios Quique González e Iván Ferreiro haciendo una versión brutal de Tristeza de amor.
Sabes que siempre he dicho que estoy aquí tan a gusto que no me pienso morir nunca, pero una celebración como la de anoche no estaría mal… Claro que para eso tienes que haber nacido poeta y escrito cosas como:
“Tristeza de amor
un juego cruel
jugando a ganar
has vuelto a perder”
o
“son las ocho y tengo bailando dentro de mi cerebro una resaca letal"
¡Ostras! ¿Son las ocho? ¡Tengo que trabajar!
Nota: No me tele-transporté, lo emitieron en Radio 3.
¡Son las ocho y cinco! ¡Tendré que ir a tomar café!
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