De cómic y de carne hueso
Rasmuk y El Gremmlin parecen dos personajes de tebeo, dos héroes anónimos marcados por las diferencias físicas y las compatibilidades emocionales, y en demasiados momentos no se sabe quién es quién de tanto que han compartido. Uno es grande, alto, recio y con un sentido del humor cargado de ironía, una pizca de mala leche, y mucha complicidad. El otro apenas ocupa un suspiro, pero su risa y sus silencios observadores llenan bastante espacio.
A ambos les une algo más que la amistad, eso que al pequeñajo, cuando está medio bufa, se le ocurre recordar: "Lo nuestro es amor, Rasmuk, sin sexo ni sábanas, pero amor". En esos instantes, una mirada revestida de desconcierto y comprensión ante la salida extemporánea del enano se centra en la pequeña figura. "Como dice un amigo mío, no bebas más, patas cortas", le suelta el grandullón mientras se ríe para disimular su aceptación de ese pensamiento tan intenso.
Como otros personajes de cómic, Rasmuk y El Gremmlin han transitado por imaginarias aventuras de la mano de otro ser inclasificable, Uncle Rask, un ente que intenta aparentar ambigüedad mientras le delata su corazón (poco más o menos como a Rasmuk, pero con menos pelo). Así, han disfrutado en viajes virtuales con el Dalai Lama y sus trompetitas tibetanas, han sido testigos de las actuaciones de los escuadrones de Winnie Mandela, han descubierto la longevidad de las momias y se han emborrachado en el Siete, mientras las flechas volaban a su alrededor.
Ahora reposan ajenos a esos días, pero en el fondo, oculto en su interior, late el espíritu de algo recuperable. Por eso, cuando se encuentran, no pueden parar de reirse.
PD: Este post ininteligible es producto de una reelectura de El Incal, esa maravilla de Jodorowski y Moebius.
1 Comments:
folabe, esto es sin lugar a dudas de lo mejor que he leido en tiempo. Cada vez miras mas hacia tu interior. Agua de Dios
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