lunes, junio 16, 2008

Es mejor

Le dijeron que de nada sirve la risa anestesiada, y se empeñó en nadar contra corriente hacia una casa repleta de bufones y payasos herrumbrosos en la que estallan cohetes caducos de colores y olores.

Le sugirieron que con las yemas de sus dedos se puede alcanzar el extásis de una caricia y se sumergió en la melancolía de unas fotos macilentas, ajadas de miradas extrañas.

Alguien le advirtió del son cadencioso de los besos, mientras se afanaba en colocarse bien los tapones de cera en sus labios.

Se le acercó un vendedor de ilusiones pasajeras y le compró a mal precio la mercancía deteriorada de la vida.

Una noche se presentó sin invitación la serenidad y le mostró lo que cambian las cosas cuando se escribe en presente.