¡Ché, qué guapamente ha sido!
Nos echan el cierre, apagan nuestras voces, silencian nuestras opiniones, desconectan nuestra experiencia, bombardean una forma de vida.Dentro de poco nos encontraremos con aquellos que al principio nos escuchaban sorprendidos y expectantes, luego desconfiados, por fin esperanzados de perdernos de vista.
En el trayecto de esta etapa ha habido nervios, risas, cabreos, malos rollos, ilusiones, entusiasmo, pasión, ganas de aprender (estas cuatro, a raudales, a borbotones en los proyectos, en clase, en tutoría, en el ascensor, en el pasillo, ante más de una cerveza).
He disfrutado. Lo sigo haciendo. Todavía me llena.
Pero ahora, a lo mejor, sí me voy a Torremanzanas.
Si así fuera, si al final planto los tomates, aguardaré a muchos de ellos allí, de los de encima de la tarima, y los revoltosos de los pupitres.